martes, 19 de mayo de 2009

Transportes.

El sistema de transporte de mercancías ha evolucionado tanto que se ha convertido en una red de transportes casi indescifrable. De la que ni tan siquiera los mas altos cargos conocen sus entresijos. Las mercancías recorren el mundo casi sin necesidad de intervención humana o androide. Las rutas de distribución circundan el planeta, y los acuerdos de transporte garantizan al menos un 65% de la líneas de distribución, convirtiéndolas en medios seguros, aun en zonas de guerra. El 35% por ciento restante de las líneas son carnaza para tiburones.

Tiburones. En el pasado los llamaban piratas, cuatreros, salteadores de trenes. Hoy en día los llaman Tiburones. Los Tiburones atacan las líneas de transporte. Roban muerden y se llevan lo que pueden antes de que los sistemas de seguridad y garantías lleguen para defender la línea. En pocas horas el botín obtenido se encontrará en el mercado negro local, un día después ya será asequible desde cualquier ciudad del continente, treinta y seis horas más tarde ya será posible su adquisición desde cualquier parte del mundo. Y siempre enviada con la total seguridad del sistema de transportes internacional.

Bien distinto es el sistema de transportes espacial. En el espacio todo es distinto. Las cargas y mercancía son controladas escrupulosamente por inspectores y seguridad portuaria. Pero los envíos que viajan de una estación minera hasta una Estación de Tránsito, o hasta un Puerto Espacial, son susceptibles de ser robadas por grupos de piratas espaciales.

viernes, 13 de febrero de 2009

De vuelta en la Jungla

De vuelta en la jungla.
Es una inmensa jungla esta en la que vivimos. Una jungla de acero y hormigón, habitada en su mayoría por depredadores dispuestos a comerte. Cazadores sedientos de una oportunidad para brillar en el firmamento de acero y metacrilato de esta ciudad encarnizada. Los que no son cazadores, son tan solo víctimas. Víctimas que esperan conscientemente, o no, a ser devoradas, a convertirse en más carnaza para la bestia suprema.
Llevo ya casi dos semanas escondido en los barrios del desguace. Sin poder salir ahí fuera, desde que ponga el pie en una zona controlada saltaran todas las alarmas y mi culo volará por los aires.
y todo por la mierda de la BMT

lunes, 12 de enero de 2009

39 y de mierda hasta el cuello.



Todo pintaba mal desde un principio. Tenía que haberme dado cuenta de donde me estaba metiendo desde el principio.
Salimos ahí fuera, como teníamos previsto, no tardamos mucho en llenar de barro un par de culos, y de agujeros algunos cuerpos. En menos de veinticuatro horas ya estábamos seguros de que ninguna de las milicias había tenido que ver con lo del helicóptero. Ese era el momento en el que teníamos que haber parado. Pero como siempre, seguimos enterrándonos en el fango, hasta que nos llegó la mierda hasta al boca.
Durante tres días estuvimos buscando por los poblados cercanos. Más preguntas, más disparos, mas muertos y mutilados. Al cuarto día, después de dos piernas rotas, y alguna oreja menos, con la boca aun hinchada por los golpes, nos dijeron que desde hacía cinco días un americano había estado gastando más dinero del que se puede ganar en un mes, en putas y drogas.
Un par de bares después teníamos aun gilipollas que se había ido de la lengua sin darse cuenta al ir por ahí colocándose y gastándose lo que se había sacado por la venta de algunas de las pertenencias de los comisionados. Le estábamos dando una buena tunda, cuando aparecieron dos coches de los militares. Los muy hijos de puta habían metido al gilipollas aquel en todo el fregado para que nosotros lo encontrásemos. Los comisionados aparecerían muertos y la información robada, y el pato lo íbamos a pagar nosotros.
Tiramos un par de granadas, muchos tiros y prendimos fuego al menos a la mitad de aquel jodido poblado de mierda mientras huíamos de allí. Ahora, estamos aquí escondidos y jodidos. De mierda hasta el cuello. Con las milicias dispuestas a rompernos el culo por una mierda de recompensa, los americanos dispuestos a llenarnos de plomo y el los cabrones de la BMT sentados en sus despachos riéndose de un par de gilipollas.