lunes, 18 de agosto de 2008

39s

Treinta y nueve años ya. Me hago viejo y veo como se me escapa el mundo. Treinta y nueve años, y puedo sentir como día a día el peso va creciendo invisible sobre mis hombros,hundiéndome lentamente en la tenue luz de la amargura y la melancolía. Treinta y nueve años, y al despertarme lo primero que veo son las luces rojas y azules frente a mi puerta. Los segundo que veo es una placa, una mano, y comienza el asalto de preguntas.
Aun no he despertado del todo, a mi alrededor un murmullo de gritos y voces, un millar de imágenes borrosas que no se han dado cuenta de que aun no estoy aquí. Me abofetean y entonces despierto.
Treinta y nueve años. Y alguien me regala una bio ahogada en el fondo de la bahía, muerta desde hace un par de horas, muerta con una tarjeta mía sujeta aun en el vestido.
Mierda de treinta y nueves. Suerte, aun, de que hoy es jueves.