lunes, 12 de enero de 2009

39 y de mierda hasta el cuello.



Todo pintaba mal desde un principio. Tenía que haberme dado cuenta de donde me estaba metiendo desde el principio.
Salimos ahí fuera, como teníamos previsto, no tardamos mucho en llenar de barro un par de culos, y de agujeros algunos cuerpos. En menos de veinticuatro horas ya estábamos seguros de que ninguna de las milicias había tenido que ver con lo del helicóptero. Ese era el momento en el que teníamos que haber parado. Pero como siempre, seguimos enterrándonos en el fango, hasta que nos llegó la mierda hasta al boca.
Durante tres días estuvimos buscando por los poblados cercanos. Más preguntas, más disparos, mas muertos y mutilados. Al cuarto día, después de dos piernas rotas, y alguna oreja menos, con la boca aun hinchada por los golpes, nos dijeron que desde hacía cinco días un americano había estado gastando más dinero del que se puede ganar en un mes, en putas y drogas.
Un par de bares después teníamos aun gilipollas que se había ido de la lengua sin darse cuenta al ir por ahí colocándose y gastándose lo que se había sacado por la venta de algunas de las pertenencias de los comisionados. Le estábamos dando una buena tunda, cuando aparecieron dos coches de los militares. Los muy hijos de puta habían metido al gilipollas aquel en todo el fregado para que nosotros lo encontrásemos. Los comisionados aparecerían muertos y la información robada, y el pato lo íbamos a pagar nosotros.
Tiramos un par de granadas, muchos tiros y prendimos fuego al menos a la mitad de aquel jodido poblado de mierda mientras huíamos de allí. Ahora, estamos aquí escondidos y jodidos. De mierda hasta el cuello. Con las milicias dispuestas a rompernos el culo por una mierda de recompensa, los americanos dispuestos a llenarnos de plomo y el los cabrones de la BMT sentados en sus despachos riéndose de un par de gilipollas.